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La Tejonera

Papel pintado

FRANÇOIS BOURGEON

FRANÇOIS BOURGEON (Imagen de "Los compañeros del crepúsculo". Editions Glénat)

François Bourgeon nació en París el 5 de julio de 1945 y es uno de los grandes del cómic galo. Antes de comenzar su carrera como ilustrador, Bourgeon ya estaba en contacto con el mundo ‘artístico’ como ayudante de un artesano vidriero aunque no fue hasta 1971 cuando publicó sus primeras tiras. Su primer cómic tardaría un año más (L’Ennemi Vient de la Mer) y, a partir de entonces, inició una serie de colaboraciones con la editorial francesa Fripounet que incluye ya las historias de corte medieval de “Brunnelle y Colin”.

Aquí detenemos la árida profusión de datos para decir que “Brunelle y Colín” nos lleva inmediatamente a una de las grandes obras de Bourgeon, también de corte medieval: la trilogía “Los compañeros del crepúsculo”.

Junto a ésta, Bourgeon se reveló como grandísimo autor de grandísimas obras en otras series de aventuras: “Los pasajeros del viento”, una historia de ambientación marinera en el siglo XVIII, y la futurista “Historia de Cyann” (en esta última el guión es de Lacroix –aunque es obvia la presencia de Bourgeon-, igual que en “Brunelle y Colin” colaboró con Genin).

Seguramente en esa tripleta podemos encontrar al mejor Bourgeon, depurado su estilo después de sus inicios en Fripounet. En España están publicadas por Norma editorial las tres series:

“Los compañeros del crepúsculo” está concebida como una trilogía y narra las andanzas de un caballero en busca de redención, una pelirroja medio bruja y un zagal desarrapado a los que unen impactantes sucesos. Su camino, en el que irán encontrando nuevos personajes, nos lleva, de la mano del mito, desde la antigua Galia dominada por Roma hasta una aldea de duendes, todo ello acompañado de una minuciosa descripción de la Edad Media que, sin perder de vista el mito, mantiene nuestros pies sumergidos en el fango maloliente de cualquier aldea medieval.

Componen la trilogía “El sortilegio del bosque de las brumas”, “El eclipse azul” y “El último canto de los Malaterre”.

“Los pasajeros del viento” es una serie que consta de 5 álbumes: “Isa”, “Hoel”, “La mercancía de Judah”, “La hora de la serpiente” y “Mercado de esclavos”.

De nuevo, Bourgeon traza un fantástico mapa de personajes dentro de una historia ambientada en el XVIII que, como en el caso anterior, es imposible referir a un solo tema concreto: a lo largo de los 5 tebeos, con una labor de documentación detalladísima y una recreación gráfica no menos precisa, viajaremos por el mundo de la navegación (no en vano Bourgeon reside en Bretaña, tierra de marinos), por la época del tráfico de esclavos, por Europa, África y el Nuevo Mundo, todo ello de la mano de la protagonista principal, Isa, una joven en busca de libertad en un mundo cruel y complicado que nos contagiará, a menudo, su idealismo.

La “Historia de Cyann” cuenta una aventura futurista en dos episodios (“La Fontana y la Sonda” y “Las seis estaciones en Ilo”) pero, una vez más, es bastante más que un relato de ciencia ficción.
Bourgeon realiza en esta serie un prodigioso despliegue de elementos arquitectónicos que le pondría los dientes largos a cualquier arquitecto, ataca el problema de las religiones y su papel social, especula con la posibilidad de viajes interestelares,...

En las tres series comentadas su estilo de dibujo es bastante parejo, magistral: detallista al máximo pero sin que ello sea un lastre para la narración cuando la narración lo exige, cargado de movimiento de modo que cada viñeta es más una pequeña secuencia de cine que un solo dibujo, excelentemente viñeteado para proporcionar a la historia el ritmo preciso, un entintado sugerente y muy personal y un color transparente que lo realza en su punto justo sin quitar protagonismo a la línea.

Los álbumes de Bourgeon son, así, una colección de buenas historias excelentemente contadas, una pequeña lección de arte, de cómo se debe hacer un cómic y también, una forma de acercarse a la historia bastante más grata que otras al uso. Son pequeñas enciclopedias en forma poética.

Y, señores de Hollywood, ¿Buscan ustedes un buen guión para un película? Llamen a Bourgeon.

Expulsión. Luna y luz de fuego

Expulsión. Luna y luz de fuego El cuadro tiene el mismo título que este post y fue pintado en 1828 por Thomas Cole, pintor de origen inglés al que se considera uno de los fundadores del paisajismo norteamericano. Se exhibe en el Museo Thyssen-Bornemisza, en Madrid.

Es uno de mis cuadros preferidos, y procuro ir a verlo siempre que paso por Madrid con algo de tiempo. Me llama la atención, sobre todo, su aire onírico, y la forma en que el pintor lo consigue, combinando un realismo cuidado y detallista con un estilo difuso que yo incluso calificaría como impresionista (el impresionismo francés, de todos conocido, se sitúa cronológicamente algunas décadas después). El paisaje imposible, esa acumulación de fenómenos geológicos y meteorológicos en el campo de visión, esos árboles gelatinosos del primer plano que parecen intencionadamente inacabados y decididamente fantasmagóricos,..., contribuyen a la creencia de que estás ante un sueño, o ante una obra que, como los sueños, está cargada de símbolos.

Ignoro si se puede hacer una interpretación precisa de la pintura basándose en las vivencias de su autor o en su trayectoria artística, que desconozco, pero el cuadro en sí, obviando lo anterior, es un espacio abierto a la imaginación.